Blogia

Parroquia Santa Madre de Dios

Jornada Mundial de la Juventud 2009

MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS JÓVENES DEL MUNDO CON OCASIÓN
DE LA XXIV JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD 200
9

«Hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo» (1 Tm 4,10)

 

Queridos amigos:

El próximo domingo de Ramos celebraremos en el ámbito diocesano la XXIV Jornada Mundial de la Juventud. Mientras nos preparamos a esta celebración anual, recuerdo con enorme gratitud al Señor el encuentro que tuvimos en Sydney, en julio del año pasado. Un encuentro inolvidable, durante el cual el Espíritu Santo renovó la vida de tantos jóvenes que acudieron desde todos los lugares del mundo. La alegría de la fiesta y el entusiasmo espiritual experimentados en esos días, fueron un signo elocuente de la presencia del Espíritu de Cristo. Ahora nos encaminamos hacia el encuentro internacional programado para 2011 en Madrid y que tendrá como tema las palabras del apóstol Pablo: «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (cf. Col 2,7). Teniendo en cuenta esta cita mundial de jóvenes, queremos hacer juntos un camino formativo, reflexionando en 2009 sobre la afirmación de san Pablo: «Hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo» (1 Tm 4,10), y en 2010 sobre la pregunta del joven rico a Jesús: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?» (Mc 10,17).

La juventud, tiempo de esperanza

En Sydney, nuestra atención se centró en lo que el Espíritu Santo dice hoy a los creyentes y, concretamente a vosotros, queridos jóvenes. Durante la Santa Misa final os exhorté a dejaros plasmar por Él para ser mensajeros del amor divino, capaces de construir un futuro de esperanza para toda la humanidad. Verdaderamente, la cuestión de la esperanza está en el centro de nuestra vida de seres humanos y de nuestra misión de cristianos, sobre todo en la época contemporánea. Todos advertimos la necesidad de esperanza, pero no de cualquier esperanza, sino de una esperanza firme y creíble, como he subrayado en la Encíclica Spe salvi. La juventud, en particular, es tiempo de esperanzas, porque mira hacia el futuro con diversas expectativas. Cuando se es joven se alimentan ideales, sueños y proyectos; la juventud es el tiempo en el que maduran opciones decisivas para el resto de la vida. Y tal vez por esto es la etapa de la existencia en la que afloran con fuerza las preguntas de fondo: ¿Por qué estoy en el mundo? ¿Qué sentido tiene vivir? ¿Qué será de mi vida? Y también, ¿cómo alcanzar la felicidad? ¿Por qué el sufrimiento, la enfermedad y la muerte? ¿Qué hay más allá de la muerte? Preguntas que son apremiantes cuando nos tenemos que medir con obstáculos que a veces parecen insuperables: dificultades en los estudios, falta de trabajo, incomprensiones en la familia, crisis en las relaciones de amistad y en la construcción de un proyecto de pareja, enfermedades o incapacidades, carencia de recursos adecuados a causa de la actual y generalizada crisis económica y social. Nos preguntamos entonces: ¿Dónde encontrar y cómo mantener viva en el corazón la llama de la esperanza?

En búsqueda de la «gran esperanza»

La experiencia demuestra que las cualidades personales y los bienes materiales no son suficientes para asegurar esa esperanza que el ánimo humano busca constantemente. Como he escrito en la citada Encíclica Spe salvi, la política, la ciencia, la técnica, la economía o cualquier otro recurso material por sí solos no son suficientes para ofrecer la gran esperanza a la que todos aspiramos. Esta esperanza «sólo puede ser Dios, que abraza el universo y que nos puede proponer y dar lo que nosotros por sí solos no podemos alcanzar» (n. 31). Por eso, una de las consecuencias principales del olvido de Dios es la desorientación que caracteriza nuestras sociedades, que se manifiesta en la soledad y la violencia, en la insatisfacción y en la pérdida de confianza, llegando incluso a la desesperación. Fuerte y clara es la llamada que nos llega de la Palabra de Dios: «Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien» (Jr 17,5-6).

La crisis de esperanza afecta más fácilmente a las nuevas generaciones que, en contextos socio-culturales faltos de certezas, de valores y puntos de referencia sólidos, tienen que afrontar dificultades que parecen superiores a sus fuerzas. Pienso, queridos jóvenes amigos, en tantos coetáneos vuestros heridos por la vida, condicionados por una inmadurez personal que es frecuentemente consecuencia de un vacío familiar, de opciones educativas permisivas y libertarias, y de experiencias negativas y traumáticas. Para algunos –y desgraciadamente no pocos–, la única salida posible es una huída alienante hacia comportamientos peligrosos y violentos, hacia la dependencia de drogas y alcohol, y hacia tantas otras formas de malestar juvenil. A pesar de todo, incluso en aquellos que se encuentran en situaciones penosas por haber seguido los consejos de «malos maestros», no se apaga el deseo del verdadero amor y de la auténtica felicidad. Pero ¿cómo anunciar la esperanza a estos jóvenes? Sabemos que el ser humano encuentra su verdadera realización sólo en Dios. Por tanto, el primer compromiso que nos atañe a todos es el de una nueva evangelización, que ayude a las nuevas generaciones a descubrir el rostro auténtico de Dios, que es Amor. A vosotros, queridos jóvenes, que buscáis una esperanza firme, os digo las mismas palabras que san Pablo dirigía a los cristianos perseguidos en la Roma de entonces: «El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo» (Rm 15,13). Durante este año jubilar dedicado al Apóstol de las gentes, con ocasión del segundo milenio de su nacimiento, aprendamos de él a ser testigos creíbles de la esperanza cristiana.

San Pablo, testigo de la esperanza

Cuando se encontraba en medio de dificultades y pruebas de distinto tipo, Pablo escribía a su fiel discípulo Timoteo: «Hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo» (1 Tm 4,10). ¿Cómo había nacido en él esta esperanza? Para responder a esta pregunta hemos de partir de su encuentro con Jesús resucitado en el camino de Damasco. En aquel momento, Pablo era un joven como vosotros, de unos veinte o veinticinco años, observante de la ley de Moisés y decidido a combatir con todos los medios a quienes él consideraba enemigos de Dios (cf. Hch 9,1). Mientras iba a Damasco para arrestar a los seguidores de Cristo, una luz misteriosa lo deslumbró y sintió que alguien lo llamaba por su nombre: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Cayendo a tierra, preguntó:  «¿Quién eres, Señor?». Y aquella voz respondió: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues» (cf. Hch 9,3-5). Después de aquel encuentro, la vida de Pablo cambió radicalmente: recibió el bautismo y se convirtió en apóstol del Evangelio. En el camino de Damasco fue transformado interiormente por el Amor divino que había encontrado en la persona de Jesucristo. Un día llegará a escribir: «Mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí» (Ga 2,20). De perseguidor se transformó en testigo y misionero; fundó comunidades cristianas en Asia Menor y en Grecia, recorriendo miles de kilómetros y afrontando todo tipo de vicisitudes, hasta el martirio en Roma. Todo por amor a Cristo.

La gran esperanza está en Cristo

Para Pablo, la esperanza no es sólo un ideal o un sentimiento, sino una persona viva: Jesucristo, el Hijo de Dios. Impregnado en lo más profundo por esta certeza, podrá decir a Timoteo: «Hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo» (1 Tm 4,10). El «Dios vivo» es Cristo resucitado y presente en el mundo. Él es la verdadera esperanza: Cristo que vive con nosotros y en nosotros y que nos llama a participar de su misma vida eterna. Si no estamos solos, si Él está con nosotros, es más, si Él es nuestro presente y nuestro futuro, ¿por qué temer? La esperanza del cristiano consiste por tanto en aspirar «al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1817).

El camino hacia la gran esperanza

Jesús, del mismo modo que un día encontró al joven Pablo, quiere encontrarse con cada uno de vosotros, queridos jóvenes. Sí, antes que un deseo nuestro, este encuentro es un deseo ardiente de Cristo. Pero alguno de vosotros me podría preguntar: ¿Cómo puedo encontrarlo yo, hoy? O más bien, ¿de qué forma Él viene hacia mí? La Iglesia nos enseña que el deseo de encontrar al Señor es ya fruto de su gracia. Cuando en la oración expresamos nuestra fe, incluso en la oscuridad lo encontramos, porque Él se nos ofrece. La oración perseverante abre el corazón para acogerlo, como explica san Agustín: «Nuestro Dios y Señor […] pretende ejercitar con la oración nuestros deseos, y así prepara la capacidad para recibir lo que nos ha de dar» (Carta 130,8,17). La oración es don del Espíritu que nos hace hombres y mujeres de esperanza, y rezar mantiene el mundo abierto a Dios (cf. Enc. Spe salvi, 34).

Dad espacio en vuestra vida a la oración. Está bien rezar solos, pero es más hermoso y fructuoso rezar juntos, porque el Señor nos ha asegurado su presencia cuando dos o tres se reúnen en su nombre (cf. Mt 18,20). Hay muchas formas para familiarizarse con Él; hay experiencias, grupos y movimientos, encuentros e itinerarios para aprender a rezar y de esta forma crecer en la experiencia de fe. Participad en la liturgia en vuestras parroquias y alimentaos abundantemente de la Palabra de Dios y de la participación activa en los sacramentos. Como sabéis, culmen y centro de la existencia y de la misión de todo creyente y de cada comunidad cristiana es la Eucaristía, sacramento de salvación en el que Cristo se hace presente y ofrece como alimento espiritual su mismo Cuerpo y Sangre para la vida eterna. ¡Misterio realmente inefable! Alrededor de la Eucaristía nace y crece la Iglesia, la gran familia de los cristianos, en la que se entra con el Bautismo y en la que nos renovamos constantemente por al sacramento de la Reconciliación. Los bautizados, además, reciben mediante la Confirmación la fuerza del Espíritu Santo para vivir como auténticos amigos y testigos de Cristo, mientras que los sacramentos del Orden y del Matrimonio los hacen aptos para realizar sus tareas apostólicas en la Iglesia y en el mundo. La Unción de los enfermos, por último, nos hace experimentar el consuelo divino en la enfermedad y en el sufrimiento.

Actuar según la esperanza cristiana

Si os alimentáis de Cristo, queridos jóvenes, y vivís inmersos en Él como el apóstol Pablo, no podréis por menos que hablar de Él, y haréis lo posible para que vuestros amigos y coetáneos lo conozcan y lo amen. Convertidos en sus fieles discípulos, estaréis preparados para contribuir a formar comunidades cristianas impregnadas de amor como aquellas de las que habla el libro de los Hechos de los Apóstoles. La Iglesia cuenta con vosotros para esta misión exigente. Que no os hagan retroceder las dificultades y las pruebas que encontréis. Sed pacientes y perseverantes, venciendo la natural tendencia de los jóvenes a la prisa, a querer obtener todo y de inmediato.

Queridos amigos, como Pablo, sed testigos del Resucitado. Dadlo a conocer a quienes, jóvenes o adultos, están en busca de la «gran esperanza» que dé sentido a su existencia. Si Jesús se ha convertido en vuestra esperanza, comunicadlo con vuestro gozo y vuestro compromiso espiritual, apostólico y social. Alcanzados por Cristo, después de haber puesto en Él vuestra fe y de haberle dado vuestra confianza, difundid esta esperanza a vuestro alrededor. Tomad opciones que manifiesten vuestra fe; haced ver que habéis entendido las insidias de la idolatría del dinero, de los bienes materiales, de la carrera y el éxito, y no os dejéis atraer por estas falsas ilusiones. No cedáis a la lógica del interés egoísta; por el contrario, cultivad el amor al prójimo y haced el esfuerzo de poneros vosotros mismos, con vuestras capacidades humanas y profesionales al servicio del bien común y de la verdad, siempre dispuestos a dar respuesta «a todo el que os pida razón de vuestra esperanza» (1 P 3,15). El auténtico cristiano nunca está triste, aun cuando tenga que afrontar pruebas de distinto tipo, porque la presencia de Jesús es el secreto de su gozo y de su paz.

María, Madre de la esperanza

San Pablo es para vosotros un modelo de este itinerario de vida apostólica.  Él alimentó su vida de fe y esperanza constantes, siguiendo el ejemplo de Abraham, del cual escribió en la Carta a los Romanos: «Creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones» (4,18). Sobre estas mismas huellas del pueblo de la esperanza –formado por los profetas y por los santos de todos los tiempos– nosotros continuamos avanzando hacia la realización del Reino, y en nuestro camino espiritual nos acompaña la Virgen María, Madre de la Esperanza. Ella, que encarnó la esperanza de Israel, que donó al mundo el Salvador y permaneció, firme en la esperanza, al pie de la cruz, es para nosotros modelo y apoyo. Sobre todo, María intercede por nosotros y nos guía en la oscuridad de nuestras dificultades hacia el alba radiante del encuentro con el Resucitado. Quisiera concluir este mensaje, queridos jóvenes amigos, haciendo mía una bella y conocida exhortación de San Bernardo inspirada en el título de María Stella maris, Estrella del mar: «Cualquiera que seas el que en la impetuosa corriente de este siglo te miras, fluctuando entre borrascas y tempestades más que andando por tierra, ¡no apartes los ojos del resplandor de esta estrella, si quieres no ser oprimido de las borrascas! Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas con los escollos de las tribulaciones, mira a la estrella, llama a María... En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María... Siguiéndola, no te desviarás; rogándole, no desesperarás; pensando en ella, no te perderás. Si ella te tiene de la mano no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás si es tu guía; llegarás felizmente al puerto si ella te es propicia» (Homilías en alabanza de la Virgen Madre, 2,17).

María, Estrella del mar, guía a los jóvenes de todo el mundo al encuentro con tu divino Hijo Jesús, y sé tú la celeste guardiana de su fidelidad al Evangelio y de su esperanza.

Al mismo tiempo que os aseguro mi recuerdo cotidiano en la oración por cada uno de vosotros, queridos jóvenes, os bendigo de corazón junto a vuestros seres queridos.

Vaticano, 22 de febrero de 2009.

 

Benedicto XVI

Comunidad 1 - 10/2008

Pastoral Juvenil participa en actividad de André Jarlán

La Pastoral Juvenil de nuestro sector parroquial participó en la actividad en recuerdo al sacerdote francés André Jarlán, estos se reunieron junto a los  grupos juveniles del decanato José María Caro en el parque que lleva el nombre del sacerdote en la población La Victoria en Pedro Aguirre Cerda.

La actividad se concluyó con una misa a las afueras de la Parroquia Nuestra Señora de la Victoria, que presidió Monseñor Alejandro Goic.

 

Pastoral de Acólitos en Procesión de la Reina de Chile

El día Domingo 28 de septiembre la Pastoral de Acólitos participó en la procesión de la Virgen del Carmen junto a los demás acólitos de Santiago, el grupo era liderado por el Asesor Arquidiocesano de la Pastoral el Padre Andrés Moro. La procesión comenzó en la Plaza de Armas de Santiago pasando por las calles Catedral, Amunategui, Agustinas y Estado, llegando nuevamente a la Plaza de Armas para participar en la misa realizada por el Arzobispo de Santiago el Cardenal Francisco Javier Errazuriz.

Iglesia 1 - 10/2008

Te Deum: una acción de gracias, pero de constante compromiso

Nosotros: ¿Qué buscamos?

 

“Los más jóvenes quieren desplegar sus talentos, quieren potenciar sus valores y sus iniciativas, buscan personas sabias que les hablen de Jesucristo, exigen un trato conforme a su dignidad, y con ello, igualdad y pluralidad de oportunidades. Realmente aprecian a quienes quieren abrirle camino a su esfuerzo y creatividad. En esta nueva etapa hacia el pleno desarrollo deben asumir el protagonismo que les cabe los pedagogos, las familias y los comunicadores sociales.”

Cardenal Francisco Javier Errázuriz 

El tema principal que rodeo este Te Deum, era la familia, aunque poca importancia se le dio en los medios de comunicación; más que la familia como conjunto lo realmente importante que habló el Cardenal, es la dignidad de sus miembros.

Gran parte de su Homilía se centro en los niños y los jóvenes, primero los niños de cuidar su inocencia y de respetar el derecho a la vida de los niños que están por nacer, por lo mismo, agradeció la resolución emitida por el Tribunal Constitucional en torno a la distribución de la pastilla del día después. Abogo por la creación de efectivos planes de educación sexual en los colegios.

También en lo que se refiere a los niños y jóvenes, habló sobre la Ley General de Educación (LGE), destacando sus aspectos positivos que esta “ley marco” entregaba a nuestro sistema educacional, pero no sólo se quedó en eso, también hizo el llamado de mejorar las condiciones laborales de los profesores y de hacer de esta profesión una de las mejores remuneradas debido a la dignidad que esta posee y de su importancia en el futuro del país. Los niños y jóvenes necesitan una educación de calidad, mencionó más de alguna vez el cardenal, destacando la labor realizada por los colegios católicos.

“Más del 90% de los jóvenes considera que lo más importante es la familia”, luego el trabajo; el Cardenal Errázuriz emplazó a la clase política de cuidar este aspecto fundamental de la sociedad (que la llamó escuela de valores), ya que en las familias desintegradas era más fácil que los niños y/o jóvenes entraran en la delincuencia (de acuerdo a los estudios). El Cardenal no quiso hacer una generalización, menos una discriminación, a los niños sin padre o madre, agradeciendo a la labor de ayuda que Dios entrega a las madres que con mucho esfuerzo educan a sus hijos y que no son parte de estas estadísticas.

Reiteró la labor realizada por el Obispo de Rancagua y Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, de colocar el tema del salario ético y justo para los trabajadores. La necesidad de mejoramiento del Transantiago, ya que esto impide que los trabajadores estén más tiempo con sus familias. Por último agradeció la reforma previsional, ya que en parte solucionaba la realidad que viven los adultos mayores en nuestro país.

Para el Bicentenario, en este poco tiempo que ya nos esta quedando, el Cardenal nos dio una pregunta que debemos respondernos ¿Qué buscamos?

Formación 1 - 10/2008

 

Los Jóvenes en Aparecida

Te acuerdas cuando nos juntamos y tuvimos que conversar sobre nuestra realidad, la de la iglesia y lo que pensábamos. Bueno después de mucho tiempo eso fue llevado al decanato, luego a la vicaria y al arzobispado, en donde fue escrito un documento con todas estas opiniones y fue llevado por nuestros obispos a la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Allí los obispos de América y el Papa Benedicto XVI, crearon los lineamientos (ocupando de base, lo realizado por las personas) que nuestra iglesia va a ocupar los próximos años. Por lo mismo es importante conocer cuales son los desafíos de la Pastoral Juvenil, que vas a leer a continuación:

 

9.3   Los adolescentes y jóvenes

1.- Merece especial atención la etapa de la adolescencia. Los adolescentes no son niños ni son jóvenes. Están en la edad de la búsqueda de su propia identidad, de independencia frente a sus padres, de descubrimiento del grupo. En esta edad, fácilmente pueden ser víctimas de falsos líderes constituyendo pandillas. Es necesario impulsar la pastoral de los adolescentes, con sus propias características, que garantice su perseverancia y el crecimiento en la fe. El adolescente busca una experiencia de amistad con Jesús.

2.- Los jóvenes y adolescentes constituyen la gran mayoría de la población de América Latina y de El Caribe. Representan un enorme potencial para el presente y futuro de la Iglesia y de nuestros pueblos, como discípulos y misioneros del Señor Jesús. Los jóvenes son sensibles a descubrir su vocación a ser amigos y discípulos de Cristo. Están llamados a ser “centinelas del mañana”, comprometiéndose en la renovación del mundo a la luz del Plan de Dios. No temen el sacrificio ni la entrega de la propia vida, pero sí una vida sin sentido. Por su generosidad están llamados a servir a sus hermanos, especialmente a los más necesitados con todo su tiempo y vida. Tienen capacidad para oponerse a las falsas ilusiones de felicidad y a los paraísos engañosos de la droga, el placer, el alcohol y todas las formas de violencia. En su búsqueda del sentido de la vida, son capaces y sensibles para descubrir el llamado particular que el Señor Jesús les hace. Como discípulos misioneros, las nuevas generaciones están llamadas a transmitir a sus hermanos jóvenes sin distinción alguna, la corriente de vida que viene de Cristo, y a compartirla en comunidad construyendo la Iglesia y la sociedad.

3.-  Por otro lado, constatamos con preocupación que innumerables jóvenes de nuestro continente atraviesan por situaciones que les afectan significativamente: las secuelas de la pobreza, que limitan el crecimiento armónico de sus vidas y generan exclusión; la socialización, cuya transmisión de valores ya no se produce primariamente en las instituciones tradicionales, sino en nuevos ambientes no exentos de una fuerte carga de alienación; su permeabilidad a las formas nuevas de expresiones culturales, producto de la globalización, lo cual afecta su propia identidad personal y social. Son presa fácil de las nuevas propuestas religiosas y pseudos-religiosas. La crisis, por la que atraviesa la familia hoy en día, les produce profundas carencias afectivas y conflictos emocionales. 

4.- Están muy afectados por una educación de baja calidad, que los deja por debajo de los niveles necesarios de competitividad, sumado a los enfoques antropológicos reduccionistas, que limitan sus horizontes de vida y dificultan la toma de decisiones duraderas. Se ve ausencia de jóvenes en lo político debido a la desconfianza que generan las situaciones de corrupción, el desprestigio de los políticos y la búsqueda de intereses personales frente al bien común. Se constata con preocupación suicidios de jóvenes. Otros no tienen posibilidades de estudiar o trabajar, y muchos dejan sus países por no encontrar en ellos un futuro, dando así al fenómeno de la movilidad humana y la migración un rostro juvenil. Preocupa también el uso indiscriminado y abusivo que muchos jóvenes hacen de la comunicación virtual. 

5.-  Ante estos desafíos y retos sugerimos algunas líneas de acción:

a)  Renovar en estrecha unión con la familia, de manera eficaz y realista la opción preferencial por los jóvenes, en continuidad con las Conferencias Generales anteriores, dando nuevo impulso a la Pastoral de Juventud en las comunidades eclesiales (diócesis, parroquias, movimientos, etc.).

b) Alentar los Movimientos eclesiales que tienen una pedagogía orientada a la evangelización de los jóvenes, e invitarlos a poner más generosamente al servicio de las Iglesias locales sus riquezas carismáticas, educativas y misioneras.

c) Proponer a los jóvenes el encuentro con Jesucristo vivo y su seguimiento en la Iglesia, a la luz del Plan de Dios, que les garantiza la realización plena de su dignidad de ser humano, les impulsa a formar su personalidad y les propone una opción vocacional específica: el sacerdocio, la vida consagrada o el matrimonio. Durante el proceso de acompañamiento vocacional se irá introduciendo gradualmente a los jóvenes en la oración personal y la lectio divina, la frecuencia de los sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación, la dirección espiritual y el apostolado.

d) Privilegiar en la Pastoral de Juventud procesos de educación y maduración en la fe, como respuesta de sentido y orientación de la vida, y garantía de compromiso misionero. De manera especial se buscará implementar una catequesis atractiva para los jóvenes que los introduzca en el conocimiento del misterio de Cristo, y se buscará mostrarles la belleza de la Eucaristía dominical, que los lleve a descubrir en ella a Cristo vivo y el misterio fascinante de la Iglesia.

e) La Pastoral de Juventud ayudará a los jóvenes a formarse, de manera gradual, para la acción social y política y el cambio de estructuras, conforme a la Doctrina Social de la Iglesia, haciendo propia la opción preferencial y evangélica por los pobres y necesitados.

f) Urgir la capacitación de los jóvenes para que tengan oportunidades en el mundo del trabajo, y evitar que caigan en la droga y la violencia.

g) En las metodologías pastorales, procurar una mayor sintonía entre el mundo adulto y el mundo juvenil.

h) Asegurar la participación de jóvenes en peregrinaciones, en las Jornadas nacionales y mundiales de Juventud, con la debida preparación espiritual y misionera, y con la compañía de sus pastores.

 

Editorial 1 - 10/2008

"Ahora más que nunca es urgente que seáis los "centinelas de la mañana", los vigías que anuncian la luz del alba y la nueva primavera del Evangelio, de la que ya se ven los brotes. La humanidad tiene necesidad imperiosa del testimonio de jóvenes libres y valientes, que se atrevan a caminar contra corriente y a proclamar con fuerza y entusiasmo la propia fe en Dios, Señor y Salvador."

 

Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud. 25 Julio 2002

 


Este medio, quiere ser parte de este llamado que hizo S.S. Juan Pablo II hace ya más de seis años. Queremos ser centinelas del mañana, o sea, personas que estamos siempre atentos y vigilantes a nuestra realidad, en otras palabras, ser profetas del nuevo mundo, llamados a anunciar y denunciar.

 

El Padre Hurtado una vez dijo: que “esta muy bien no hacer el mal, pero esta muy mal no hacer el bien”, ya en ese tiempo abundaban las personas que no hacían el mal, pero también se necesitaban personas que hicieran el bien; para lograr esto se necesitan personas valientes, personas que estén dispuestos a nadar en contra de la corriente, ya que el mensaje de Cristo siempre molesta a los que están en contra de él y en contra de la Iglesia.

 

Evangelizar (anunciar) y denunciar, son dos palabras que poseen un gran ideal, pero de difícil cometido (debido a la realidad del mundo moderno), el cristiano esta llamado a realizar estas dos. Cristo, en el evangelio, nos dice que a Él lo persiguieron y a nosotros nos perseguirán, si Él era el hijo de Dios y sufrió todo eso, nosotros también tenemos la posibilidad de sufrir eso y más. Pero todo esto no es vano, ya que la obra es mucho mayor, es la construcción del Reino y el buen Padre de misericordia nos recompensará por todo esto, si somos insultados, perseguidos, injuriados por su causa.

 

Ser la luz del alba, implica muchas cosas, es ser la primera luz del día, la que elimina las tinieblas y da paso al resto del día, esa es la gran misión: aclarar todas las oscuridades, dar paso a la verdad y a la justicia.

Concurso de cuento y fotografía

Próximos a comenzar el Mes de la Solidaridad, la Vicaría Pastoral Universitaria te invita a expresar tu espíritu solidario a través de relatos y fotografías. 

Uniéndose a la celebración del Mes de la Solidaridad que viviremos durante todo agosto, la Vicaría Pastoral Universitaria te invita a participar de una intersante iniciativa. Se trata del Concurso de Cuento y el Concurso de Fotografía en donde queremos invitarte a plasmar con toda tu imaginación y creatividad el concepto de solidaridad. 

Tanto en el concurso de cuentos como en el de fotografía podrán participar estudiantes de la educación superior de Santiago y aquellas personas que participen de grupos de la Vicaría Pastoral Universitaria como Encuentro en la Calle, Programa Beca Emaús, Navidad en la calle, Talleres de formación. Quedan fuera de participación funcionarios de la Vicaría, Fundación Puente y Fundación La Llave.

No existe límite de edad.


Concurso de relatos solidarios
Invitamos a todos los estudiantes de la Educación Superior de Santiago a participar con entusiasmo y creatividad del Concurso de Cuento Solidario. Deja correr tu imaginación, creatividad y talento y envíanos tu relato, así estarás participando de esta instancia de expresión en torno a la solidaridad. 

Recepción de cuentos: Desde el 14 de Julio al 28 de Agosto. Todos los relatos deben ser enviados a través de correo electrónico, como archivo adjunto, a currejola@hotmail.com con los siguientes datos personales del autor: Nombre completo, cédula de identidad (RUT), domicilio, teléfono.

Los relatos también pueden ser entregados directamente en las oficinas de la Vicaría Pastoral Universitaria ubicada en Catedral 1547 Santiago Centro de Lunes a Viernes entre las 9:00 y 18:00 hrs. en un sobre cerrado y con los mismos datos personales adjuntos.

Formato: Los relatos deben ser escritos en computador (Word) y no deberán exceder las 4 carillas (planas), tamaño carta, letra Arial número 12, a espacio sencillo (1.5) y firmado con el nombre real o pseudónimo del autor(a). Los relatos deben presentarse bajo el género de cuento y basarse en el concepto central que es la solidaridad. Los escritos pueden expresarse a través de historias ficticias, reales o testimoniales sobre alguna experiencia solidaria que haya marcado la vida de quien escribe. Estos relatos deberán ser inéditos.

Los relatos no serán devueltos, quedando a disposición de la Vicaría Pastoral Universitaria y autorizando su uso para fines relacionados con las actividades pastorales propias de la vicaría.
Se aceptará solo un cuento por autor.

Fecha premiación: 26 de Septiembre. 


Concurso de Fotografía 

Si tu pasión es la fotografía te invitamos a participar de este concurso. Se podrán presentar un máximo de 3 fotografías por participante teniendo presente que cada foto deberá expresar directa o indirectamente el concepto de solidaridad con toda su carga emotiva y valórica. Cada imagen debe ir acompañada de un titulo que caracterice a la fotgrafía.

Recepción de fotos
: Desde el 14 de Julio al 28 de Agosto. El registro visual debe ser enviado a través de correo electrónico, como archivo adjunto, a currejola@hotmail.com con los siguientes datos personales del autor: Nombre completo, cédula de identidad (RUT), domicilio, teléfono. 

Características:
Las fotografías serán presentadas en formato digital JPG. con un tamaño mínimo de 1200 píxeles o  10 cm. a 300 dpi por su lado más pequeño. La modalidad puede ser en blanco y negro o color

Fecha premiación: 26 de Septiembre.

 
Jurado 

El jurado estará integrado por personal de la Vicaría Pastoral Universitaria, quien deberá seleccionar los trabajos y establecer los 3 primeros lugares y una mención honrosa para las categorías cuento y fotografía.

No obstante lo anterior, el jurado se reserva el derecho de declarar desierto uno o todos los premios y mención honrosa, si así lo estiman conveniente, sin que por ello se deba retribuir o indemnizar a los participantes.


Premiación

Los resultados de ambos concurso se comunicarán durante una ceremonia de premiación que se efectuará en la Vicaría Pastoral Universitaria el día 26 de septiembre  y posteriormente serán publicados en nuestro sitio Web www.vpu.cl

¿La Comunidad?

Estando en clases el otro dia me hizo pensar por un rato un tema importante para los católicos, que es la comunidad, ya que en relaciones internacionales veiamos la diferencia entre la sociedad internacional y la comunidad internacional.

Si bien en el nuevo testamento tenemos el mejor ejemplo de que es un comunidad cristiana, es sólo el deber-ser de la comunidad en ejercicio, ya que estando en ese nivel de desarrollado es, casi obvio, la forma de actuar basado en el amor fraterno de sus miembros. Pero lo mas dificil de este proceso es la conformación de la comunidad en si, ya que tenemos que considerar un proceso ascendente de una inexistente comunidad  a la comunidad en pleno.

Haciendo un paralelo con lo que estaba viendo, vamos a llamar como "la sociedad" a la inexistencia de comunidad, ya que existen lazos comunes y medios que permiten la unidad, pero medios que son meramente accidentales como un territorio, una creencia, etc. Una sociedad se caracteriza sólo por una suma de partes que conforman una unidad, pero esa unión sólo establece a través de normas.

Mientrás que una comunidad valora mucho la integración de sus miembros y no es una suma de partes, esta integración se realiza por la identificación de los miembros por valores comunes que posee u ofrece esta comunidad, de manera que los individuos se sienten integrados a ella por esto y no por normas y reglamentos que existan.

Al mirar sólo esto (ya que no me quiero extender en demasiado con conceptos), todo grupo cristiano debe aspirar a ser una comunidad cristiana, una comunidad pastoral, una comunidad parroquial. Por lo tanto se debe buscar una unión de valores fundados en los más altos principios cristianos inspirados en las enseñanzas que Cristo para lograr la motivación de las personas y la unión de la comunidad.

Lamentablemente hoy dia en nuestras comunidades y en la sociedad parroquial...

 

                                                                                                          ... Los que somos conscientes de la realidad tenemos una responsabilidad aun mayor que es la de mostrar lo que realmente importa a la Iglesia y dejar en claro que los valores que nos identifican no son algo pasajero o creados por una moda del momento, o tal vez por la simple creencia de una sociedad en donde la Iglesia es sólo uno de los tantos caminos que existen en la vida. La opción radical por Cristo es creer que este es el verdadero camino y reforzamos lo que creemos, creando camino con nuestras comunidades juveniles.

La invitación es ser fuertes en estos valores, en reforzar y volver a reforzar si en necesario el amor a Cristo (y de Cristo hacia nosotros) que es lo único que podemos considerar como verdadero, de esta manera le ganaremos a la desmotivación y llegaremos finalmente a ser una "Gran Comunidad", totalmente integrada y que es capaz de compartir todo lo que poseemos, y practicaremos el amor fraterno.

Amen.

Dolor de la Iglesia por tragedia que costó la vida al General Bernales y otros cinco compatriotas

Dolor de la Iglesia por tragedia que costó la vida al General Bernales y otros cinco compatriotas

Sólo desde la fe podemos acompañar a los familiares de las víctimas y a Carabineros, en oración y esperanza cristiana"
Mons. Alejandro Goic, Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile.

El Presidente de la Conferencia Episcopal, Mons. Alejandro Goic, expresó a Carabineros de Chile las "condolencias más sentidas" del episcopado católico de nuestro país, tras la tragedia ocurrida en Panamá y que costó la vida al jefe de la policía uniformada, su esposa y otros cuatro chilenos.

En una nota dirigida al General Subdirector Eduardo Gordon Valcárcel, y entregada esta tarde en el Edificio institucional, el obispo de Rancagua manifiesta su conmoción por el trágico fallecimiento del General Director, José Alejandro Bernales Ramírez, de su esposa, Teresa Bianchini; del comandante Óscar Tapia y de su esposa, Carolina Reyes; del comandante Ricardo Orozco y del capitán Mauricio Fuenzalida. Estas personas perdieron la vida en un accidente aéreo ocurrido la tarde del jueves 29 en Panamá, además de otras personas civiles que se encontraban en tierra.

"El General Bernales supo conformar con sabiduría y decisión con su Alto Mando institucional un equipo de trabajo que ha logrado llevar a Carabineros de Chile a un extraordinario nivel de aprecio y reconocimiento público, tanto por su profesionalismo y liderazgo moral y ético como por su calidad y eficiencia operativa, no obstante el complejo y desafiante período en que le correspondió desarrollar sus labores", señala Mons. Goic en su nota.

Y agrega: "Nosotros, como cristianos, sentimos un gran dolor por la pérdida de un hermano y, movidos por nuestra fe, pedimos al Señor de la Vida que lo acoja con bondad y misericordia a su lado en la tierra prometida, junto a su esposa y acompañantes fallecidos con él. Desde ya oramos e invitamos a los chilenos a elevar sus oraciones por esta intención y por el consuelo de sus familiares, sus compañeros de Carabineros de Chile y nuestra patria".

Un hombre de gran valía humana y cristiana


En declaraciones a distintos medios de comunicación, Mons. Goic ha expresado, en nombre de toda la Iglesia, "el profundo dolor que nos embarga ante este trágico accidente" que costó la vida del General Director de Carabineros, de su esposa, de otros dos oficiales de la institución y de la esposa de uno de ellos.

"Todo el mundo le reconoce al Gral. Bernales su valía humana y cristiana. Solo en la fe podemos acompañar a la familia, y con nuestra oración en la esperanza cristiana ante un dolor tan profundo", sostuvo el obispo de Rancagua.

Agregó que su deceso es una pérdida para Carabineros y para todo el país: "hemos perdido a servidores públicos que dan la vida por la patria. Pedimos para sus familiares el consuelo y la esperanza cristiana".

Destacó Mons. Goic que el Gral. Bernales y su esposa eran miembros activos de los Encuentros Matrimoniales, un movimiento de la Iglesia que ayuda al fortalecimiento de la familia. Agregó que obispos que le conocieron profundamente valoran su calidad humana y cristiana. 

"Como general de Carabineros estaba haciendo un esfuerzo muy grande por acercar a su institución al país, trabajando por la seguridad de todo Chile, tal como lo demostró una reciente encuesta de opinión pública", destacó el Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile.

Fuente: Prensa CECh

 

 

Carta de condolencias a Carabineros de Chile

Autor: Mons. Alejandro Goic Karmelic, obispo de Rancagua, Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile
Fecha: 29/05/2008
País: Chile
Ciudad: Santiago
Ref. Cech: 181 / 2008
 

Santiago, 29 de Mayo de 2008



Señor General Subdirector de Carabineros
Eduardo Gordon Valcárcel
Presente


Apreciado señor General,

Aún conmocionado por el trágico fallecimiento accidental del señor General Director don José Alejandro Bernales Ramírez, de su esposa señora, Teresa Bianchini; del comandante Óscar Tapia y de su esposa, la señora Carolina Reyes; del comandante Ricardo Orozco y del capitán Mauricio Fuenzalida, me apresuro a hacer llegar a usted y a la institución de Carabineros de Chile las condolencias más sentidas del episcopado católico de nuestro país.

El General Bernales supo conformar con sabiduría y decisión con su Alto Mando institucional un equipo de trabajo que ha logrado llevar a Carabineros de Chile a un extraordinario nivel de aprecio y reconocimiento público, tanto por su profesionalismo y liderazgo moral y ético como por su calidad y eficiencia operativa, no obstante el complejo y desafiante período en que le correspondió desarrollar sus labores.

Nosotros, como cristianos, sentimos un gran dolor por la pérdida de un hermano y, movidos por nuestra fe, pedimos al Señor de la Vida que lo acoja con bondad y misericordia a su lado en la tierra prometida, junto a su esposa y acompañantes fallecidos con él. Desde ya oramos e invitamos a los chilenos a elevar sus oraciones por esta intención y por el consuelo de sus familiares, sus compañeros de Carabineros de Chile y nuestra patria.



† Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile