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Parroquia Santa Madre de Dios

¿Qué quiere Dios de mí?

En estos meses, la Iglesia intensificará su labor para crear una cultura que promueva que cada persona descubra y fortalezca su propia vocación, que es el llamado de Dios a servirlo y seguirlo de una manera particular. Todos debiéramos preguntarnos: ¿Qué quiere Dios de mí?

-Este año vocacional coincide con el llamado del Papa al año del Rosario. Sin duda es una ocasión propicia –señalan los obispos– para rezar por las vocaciones y por esa especial vocación a la Santidad a la que estamos llamados todos los cristianos con el Bautismo.

Con el lema "Te he llamado por tu nombre", los obispos nos invitan a descubrir en nuestras vidas el llamado y la voluntad de Dios, de manera de fortalecer nuestra vocación, que da sentido y plenitud a la vida. Esto, en el marco del 2003, que es el "Año de las vocaciones" y el Año del Rosario.

"No se quiere hacer un año vocacional simplemente porque existen menos vocaciones sacerdotales o religiosas. Todo lo contrario, los obispos buscan promover en la Iglesia, en el pueblo de Dios, una cultura vocacional que permita a los cristianos preguntarse por su propia vocación", explica el padre Lionel de Ferrari, director del Departamento de Vocaciones del Arzobispado de Santiago.

Sobre lo anterior aclaró que, si bien es cierto que la vocación común es la santidad, "los bautizados estamos llamados a vivir esa santidad, pero en estados de vida distintos, no sólo como sacerdotes, sino también en la vida consagrada, en el matrimonio, o comprometidos en la política, la economía, las artes". Señaló que vocación viene del latín ‘vocare’ y significa llamar. "Cuando Dios te llama te invita a servirlo y seguirlo en un estilo de vida particular", destaca el Padre Ferrari.

Proyecto de vida

Un punto importante en este año es crear en la sociedad y en la Iglesia una cultura que ayude a descubrir el proyecto personal de vida y a recuperar valores superiores. "Es una cultura de la vida y para la vida, que invita a encontrarse consigo mismo y que se basa en el Evangelio del amor, la amistad, la trascendencia, la familia, la solidaridad y por sobre todo, en el carácter sagrado de la vida, especialmente cuando se trata del pobre y abandonado", señala, por su parte, Monseñor Pablo Lizama, Obispo Castrense y Presidente de la Comisión Nacional de Pastoral Vocacional, en un mensaje dirigido a la Iglesia y a los jóvenes del país al inicio del Año Vocacional.

Por otra parte, Monseñor Lizama -a nombre de todos los obispos- pidió a los chilenos aprovechar el año vocacional para encontrarse con Jesucristo a través de "la lectura orante de la Palabra de Dios, de la visa sacramental, en particular en la participación constante en las celebraciones eucarísticas y en el sacramento de la reconciliación, participando vivamente en la vida de la Iglesia".

Asimismo, invitó a los jóvenes a responder con gratitud y fidelidad a Dios ante la vocación a la que Él los llama. "No tengan duda que ofreciendo sus vidas, en el servicio al pueblo de Dios, a través del sacerdocio y en la vida consagrada, o en el matrimonio, podrán desarrollar con plenitud de vida, el llamado a la santidad y al servicio del Reino", destacó.

El Padre Ferrari destaca, además, que lo importante en este tiempo es que los jóvenes –hombres y mujeres- sean capaces de hacerse la pregunta: ¿Qué quiere Dios de mí? "No se trata simplemente de lo que yo quiero para mí", puntualiza. Es lógico –agrega- que los jóvenes piensen en su futuro imaginándose en el matrimonio o desarrollándose profesionalmente, pero hay que atreverse a ir "un poquito más a lo profundo y preguntarle al Señor: ¿Qué quieres tú de mí?"

"Por supuesto, -afirma el P. Lionel- uno tiene que estar dispuesto a que Dios pida lo que él quiera, porque puede que Dios me diga ‘te quiero como sacerdote o como religiosa o como esposa o como consagrado’. Lo importante es tener claro que cuando Dios pide algo, siempre entrega los medios para llevar adelante eso que me pide y ahí donde Dios nos llama, está también nuestra felicidad".

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